Capítulo
III: entrega.
Su
sabor era único y delicioso, sus labios eran aún más suaves de lo que podría
haber imaginado nunca y su piel, oh su piel era un manjar de dioses tan tersa
que la seda sería capaz de raspar en comparación y tan dulce al besarla que
mataría a un diabético en segundos.
-
Jacob…
– susurro sobre mis labios, pero Dios mío que estaba haciendo no solo le había
gritado como loco sino que además ahora la besaba y manoseaba como un poseso –
por favor – no la deje continuar.
-
Lo
siento Koko, he perdido la razón por completo – intente recuperar la cordura y
liberarla de mis brazos – de veras lo siento – comencé a alejarme cuando una de
sus manos se aferro a mi cabello con violencia.
-
Mas
vas a sentirlo si te alejas de mí en este momento – me aseguró mirándome
fijamente a los ojos antes de volver a mis labios con el deseo implícito en
cada uno de sus movimientos.
La
aferre a mí con tanta fuerza, quería fundir su cuerpo con el mío en uno solo
para siempre.
Me
perdí entre sus labios, acariciando su cuerpo por encima del vestido,
reconociendo cada curva al tacto como las que tanto había anhelado con la
mirada desde la primera vez que la vi.
Ni en mis más atrevidas fantasías había llegado
tan lejos y ahora no soñaba, no fantaseaba con ella realmente la tenía entre
mis brazos y era lo más divino que había probado jamás.
-
Jacob
– la escuche pronunciar de nuevo, esta vez la dejaría hablar pues nada de lo
que dijese me haría alejarme de ella – ¿no deberíamos ir a mi habitación? O a
cualquier otro lado que no fuese el jardín de la casa – logro reírse a pesar de
lo mucho que le costaba respirar y yo me uní a sus risas.
-
Tienes
razón –
De
pronto supe exactamente donde quería tenerla por primera vez.
La
tome entre mis brazos y la lleve a nuestro sitio especial, me sonrió complacida
en cuanto la recosté en el mesón de la cocina, que sitio más perfecto que el
que había sido testigo de todas nuestras noches juntos, nuestras bromas y
chistes, las apuestas, los juegos y las discusiones tontas.
Me
quito la chaqueta y comenzó a desabrochar mi camisa, dejando mi torso
descubierto y a su disposición, me acariciaba y en su rostro pude ver el
reflejo de lo que el mío debía haber mostrado minutos atrás, la satisfacción de
lograr algo que tanto anhelas, con lo que has soñado y jamás imaginaste
llegarías a tener.
Su
mirada fija en mi cuerpo casi desnudo y oscurecida por el deseo era fascinante
como todo en ella en aquel irreal momento, si estaba soñando pobre del ser que
osara despertarme.
Deslice
los tiros de su vestido por sus hombros dejándolo caer, sus perfectos y firmes
pechos desnudos, lo que no me esperaba debo confesar, quedaron expuestos ante
mí, la mire entre sorprendido y más aún complacido ante el descubrimiento.
Me
sonrió al sonrojarse mientras tomaba mis manos y las colocaba sobre sus pechos,
un maravilloso cosquilleo fue de mis manos a mi columna haciendo estremecer mi
cuerpo entero.
No
tenía idea si la invitación a deleitarme con sus pechos sería extensiva a mis
labios pero yo se las sedería con gusto infinito.
Lleve
unos de sus erectos pezones entre mis labios y mi lengua, arqueo la espalda
dejando más de su anatomía a mi absoluta disposición.
La
escuche jadear dejando escapar mi nombre una y otra vez entre gritos ahogados.
Busque
de nuevo sus labios a la vez que intentaba sacar por completo su vestido,
levanto sus caderas para ayudarme y mate dos pájaros de un tiro arrastrando de
una vez su ropa interior.
Me
despegue de sus labios solo para contemplarla, lucia increíble el color en sus
mejillas le daba un aire de inocencia que era endemoniadamente excitante.
Bajo
del mesón llevando sus manos directo a la hebilla de mi cinturón, la abrió sin
apartar sus ojos de los míos, luego el botón, bajo el cierre dejando caer el
pantalón a mis pies. Llevo sus manos dentro de mi bóxer y acarició mi erección
suave y firmemente haciéndome jadear de deseo.
La
alce de nuevo y la coloque sobre el mesón, me agache delante de ella y comencé
a besar sus muslos por la cara interior intercalando de uno en otro mis labios
y mi lengua, escuchándola respirar enloquecida.
Seguí
besando su suave piel hasta llegar al centro mismo del placer, mi nombre escapo
de nuevo de sus labios en cuanto comencé a beber de ella.
Me
grave su olor con cada respiración y su sabor con cada lamida, lleve uno de mis
dedos a su interior dejándolo entrar y salir al mismo ritmo del vaivén de mi
lengua sobre su botón.
No
tardo mucho en venirse sobre mis labios gritando mi nombre.
Tuve
que moverme rápidamente para acallar sus gritos o nuestro furtivo encuentro
terminaría de modo sorpresivo.
Bajo
nuevamente del mesón para quitarme la escasa ropa que me quedaba, me obligo a
sentarme en una de las banquetas de la cocina, ahora era ella quien me
saboreaba.
Su
lengua y sus labios devoraban mi dureza enloquecedoramente, me dejaba entrar en
su boca por completo y me sacaba lentamente.
Fue
aumentando la velocidad de sus besos y se ayudo con una mano para aumentar la
estimulación, las sensaciones eran demasiado intensas, de seguir así explotaría
en su boca y eso no estaba entre mis planes.
La
puse de pie y la bese de nuevo antes de girarla para que quedara de espaldas a
mí.
Acaricie
y bese su espalda, mordisqueé, acaricié y bese sus glúteos firmes y luego la
empuje para que se recostara en el mesón dejando sus entrepierna descubierto
para mí.
Volví
a tocar su punto débil y ya no soporte más mi deseo por ella, quería
penetrarla, poseerla, disfrutarla.
Rocé
su entrada extremadamente húmeda con mi erección y ella misma me incito a
entrar moviendo sus caderas.
La
penetré con brusquedad, el deseo se había apoderado de mí por completo. Lleve
mis dedos a su boca para evitar que gritara y ella los beso divinamente.
Me
apretaba contra ella buscando profundizar el contacto de nuestros cuerpos, la
embestía con fiereza y la sentí venirse de nuevo e incremente la velocidad de
mis movimientos.
Su
respiración y sus jadeos entre mis dedos complementaban la más variada gama de
sensaciones.
Lleve
mi mano libre a su botón y comencé a estimularla para alcanzar juntos un
orgasmo increíble.
Me
deje caer sobre su espalda, dándole suaves besos mientras ambos recobrábamos la
respiración.
-
Oh…
Jacob… eso ha sido… maravilloso – susurro con esfuerzo.
-
Dema…
siado Koko, te amo pequeña – la frase se escapo de mis labios y me quede de una
pieza esperando que me empujara y me llamará loco, obsesivo o enfermo. Era
demasiado pronto para algo así – te amo – ya que más da, sí estoy loco, loco
por ella.
Seguí
besando su espalda con ternura antes de salir de su cuerpo y dejarla moverse.
Se
giro y me miro llena de emociones encontradas, me beso en los labios y sin
separarse más que lo necesario me susurró.
-
Yo
también te amo, so tonto – siguió besándome, me sentí increíblemente feliz.
La
estreche de nuevo entre mis brazos, rodeo mi cintura con sus piernas y me encamine
hacia mi habitación.
-
Mmm
Jake, debemos recoger la ropa o Wilfred tendrá una apoplejía en la mañana – rió
contra mis labios y yo regrese a la cocina.
-
Tienes
razón pobre Alfred – dije dejándola en el suelo para recoger un poco el
desastre que dejamos.
Me
tomo de la mano y me llevo hacia las escaleras, al ver la gran curiosidad
reflejada en mi rostro me susurro al oído.
-
Vamos
a mi cuarto, mi cama es más grande que la tuya – mordió suavemente el lóbulo de
mi oreja.
Bien
valdría la pena no dormir esta noche.
A
partir de aquella noche no volví a separarme de ella nunca, era su novio, su
amigo, su amante, su chofer o lo que sea que ella necesitara de mí, era su
complemento y ella el mío.
Con
el tiempo y después de muchos escándalos en los noticieros, me convertí en su
esposo y ella se convirtió en la madre de mis dos bellísimos hijos.
Casi
enloquecemos cuando nacieron los mellizos, ella se retiro de la actuación,
temporalmente me aseguró en incontables oportunidades, para dedicarse a los
chicos y yo me dedicaba por completo a los tres.
Kokoro,
Taylor y mi pequeña Alejandra eran todo para mí, mi mundo.
-
Será
que nos vamos, Black – arg que mujer – llegaremos tarde al hospital – me
gritaba.
Seriamos
abuelos, otra vez, nuestra pequeña sería madre, de mellizos.
Después
de 30 años seguía siendo su chofer y que querían, después de lo que hizo
aquella noche en la cocina, y en otras muchas partes de la casa con el último
que contrato, ni loco la dejaría contratar a nadie más.
Como les decía con gusto le aplastaría la
cabezota algunas veces pero como poder si yo la amaba, la amo y siempre la
amaré.
-
Paciencia
amor, paciencia – le pedí cuando subí al auto y la bese dulcemente en los
labios.
Fin.
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Lo amo, lo amo, amo este fic, es mi bebé.
Creo que no pudo ser más perfecto, modestia
de madre jeje, pero lo he disfrutado muchísimo y espero que también ustedes.
Koko, te amo amiga que tu lo leas es
importantísimo para mí, tu apoyo y tu cariño son lo mejor.
Espero de todo corazón que todos los que lo
leen, muchos o pocos lo hayan disfrutado como se que tu y yo lo hacemos.
L@s quiero cada día más.
4 comentarios:
¡Oh! Nena:
¡waoo! fue una buena historia, gracias por compartirla, estuvo genial, ¡sin duda tienes el talento!
Gracias, y espero con anhelo tus siguientes proyectos.
Saludos y un furte abrazo.
wow!!!!
Amarlo fue poco!!! ESTUVO DIVINISISISISIMO!!! NO SE SI REIR O LLORAR!!! NOO!!! YO NO QUERIA QUE ACABARA!!! PORQUE!!!!!!
AHH!!!!!!! LO DISFRUTE INFINITAMENTE GABY!!!
Gracias!! gracias!!! jamas estare mas feliz de este hermoso regalo... jamas!!! Gracias!!!!
TE AMO!!!
Ha sido muy hermoso tu "bebè" jaja gracias _Gaby por compartir tu talento con nosotros...Eres fantàstica amiga linda!!
El final màs que bello, me encantan los finales felices!!
Asì que nuevamente felicidades..y espero con ansias locas la siguiente historia!!
Miles de besos vampìricos y nos leemos muy pronto!!
tu amiga Carla c.
me encanto!!! que tirno no en serioo me re gustooo
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