Capítulo
II: traición.
Nuestros
encuentros en la cocina se repetían casi todas las noches y aunque hablábamos
poco no era uno de esos silencios incómodos que se pudiese esperar en nuestra
extraña situación, más bien nos gustaba estar así, se sentía una camaradería
entre nosotros y el aire de complicidad cuando nos encontrábamos con Alfred,
bueno Wilfred, era muy divertido, como dos niños que hacen travesuras
escondidos del abuelito regañón.
-
Diez
dólares a que Johnson falla ese tiro – me decía tomando otra rebanada de pizza
de la caja.
-
Tendría
que ser un idiota para fallar – le respondí colocando los diez dólares en la
mesa para aceptar su apuesta.
-
Debí
apostar cien – se burlo mientras tomaba mi dinero – definitivamente no quieres
aprender Jacob, tengo un excelente ojo para los deportes y siempre apuesto a
ganador –
-
“siempre
apuesto a ganador”- me burle descaradamente y ella se doblo de la risa – ya
verás que pronto se te acabara la suerte Koko –
-
Te
dije que mantuviésemos las apuestas a raya pero no el niño tenía que apostar –
continuaba riéndose y se veía radiante – ahora asume las consecuencias –
-
Solo
estas de racha pequeña dentro de poco no estarás tan risueña – le refunfuñe
cruzándome de brazos como niñito consentido.
-
Uy
que miedo, si sigo riéndome así me haré pipi en la silla – se tapo la boca
apenada y entonces fui yo el que se doblo de la risa - Lo siento, ves lo que me
haces decir, es tu culpa por hacerme sentir tan cómoda – me golpeo juguetona en
el hombro, se estaba divirtiendo de lo lindo y sinceramente yo también.
-
Ah
no, nada de hacerse pipi mira que no hay quien limpie – casi nos caemos de las
sillas entre risas – shhhh, Alf… digo Wilfred nos va a escuchar con este
escándalo – le recordé tratando de controlar mi propia risa.
-
Tienes
razón, será mejor irnos a dormir de una vez, ya es bastante tarde – agregó.
Aunque
al parecer ninguno de los dos teñía ganas de irse, no nos quedo de otra que
recoger y despedirnos, ya mañana tendría tiempo de recuperar mis diez dólares.
En
la mañana la lleve a los estudios, estaba filmando una película nueva y yo me
sentaba en un rincón del estudio y la veía ensayar.
En
realidad era uno de los pocos, si no el único, chofer que entraba al ensayo,
ella lo había solicitado y definitivamente nadie era capaz de negarle nada.
Su
personaje se llamaba Anna McQueen y era una mujer golpeada que huía con su
pequeño hijo de cuatro años, de su marido un ex policía alcohólico.
Al
principio me pareció bastante dramático, pero a medida que veía los ensayos y
las filmaciones casi llore en un par de ocasiones.
-
Wow
el ensayo de hoy estuvo súper - le
felicité en cuanto subimos al auto – y llorabas y dejabas de llorar como si te
pasaran un switch – la escuche reír a mis espaldas.
-
Por
eso soy actriz Jake, se supone que eso es lo que hacemos – siguió riendo –
muchas gracias, sabía que disfrutarías presenciar los ensayos –
-
Oh
como no tienes una idea, es fantástico, te lo agradezco mucho Koko -
La
mañana siguiente era un día de encargos.
Debía
pasar por la tintorería retirando los vestidos que formarían parte de la
colección de lo que nunca más usaría, en el jet set hollywoodense repetir un
traje era pecado capital, así que iban directo al closet de donde saldrían de
nuevo para alguna subasta de caridad.
También
me tocaba retirar lo que le enviaba el diseñador en turno para que escogiera lo
que usaría para los Emmy, eh ya me sé los nombres de casi todos los premios,
luego buscar las joyas y los zapatos, entre otras muchas cosas.
-
Listo
- iba tachando en la larga lista lo que ya había hecho y ponía los ojos en
blanco al ver todo lo que aún me faltaba por hacer.
Ya
bien entrada la tarde por fin había logrado todo lo que se me asignó y
sinceramente me sentía como la reina de la moda, en mi vida había visto tantos
vestidos, zapatos o accesorios femeninos como ese día, otro como este y
terminaría como diva del fashion o por lo menos asesor de modas experto.
Llegue
al estudio con el tiempo suficiente para ver los últimos ensayos, eso me
ayudaría a recuperar un poco mi masculinidad ya que el elenco de la película incluía
unas cuantas mamacitas además de mi jefa, lástima que yo solo la mirase a ella.
Hace
rato que estaba totalmente fregado, en el tiempo que pasábamos juntos había
descubierto a una mujer totalmente diferente a lo que todos pensaban, dulce,
independiente, polifacética casi perfecta, casi porque no era mía.
Esa
noche quería preparar algo especial, sabía que era una tontería pero podía
aprovechar que era la eliminatoria de futbol y el juego sería de los mejores
para hacer algo un poquitín diferente.
-
¿Cómo
nos preparamos para el juego de esta noche? – pregunte tratando de disimular un
poco mi emoción – ya deje enfriando unas cuantas cervezas – otra sorpresita que
me había llevado con ella, podía sentarse a ver el juego solo con cervezas y
frituras, perfecta definitivamente perfecta.
-
Eh…
Jacob sobre eso de veras lo siento pero hoy no podré acompañarte – la miraba
por el retrovisor, de veras lo sentía – James ha llegado hoy de su gira y
quiero sorprenderlo con una cena romántica – ¡¡¡puff!!! se acabo el encanto
Jacob, cuando vas a aprender.
-
No
se preocupe Srta, ya lo veremos otro día – no pude disimular muy bien mi enojo,
me lo tenía bien merecido por no saber darme mi puesto.
-
Oh…
Jacob – comenzó a decirme pero la interrumpí.
-
De
verdad no hay de que preocuparse – le aseguré – si usted no va a estar en casa
puedo ir a ver el juego con algunos amigos en el bar – ella asintió y volteo
para mirar por la ventana, al parecer tampoco le agrado mucho que saliera de
casa.
Bueno
ojo por ojo, pensé, además seguramente yo no me acostaría con nadie a
diferencia de ella.
Sabía
perfectamente que el que la trátese de usted la molestaba, pero acababa de
estrellarme pensando lo que no era y pues que mejor forma de sentirme en mi
lugar que tratarla como se debe.
Ninguno
de los dos dijo nada en todo el camino a casa de James y apenas intercambiamos
una despedida con la mano cuando ella se bajo del auto.
Llegue
a la casa me di un baño y me fui al bar donde se reunirían los otros choferes
para ver el juego.
Antes
de saludar siquiera pedí una cerveza, al día siguiente era mi día libre así que
podría dormir todo lo que quisiera o necesitará.
-
Vaya,
vaya si es el súper chofer – escuche una
voz a mi espalda – solo alguien con súper poderes podría tolerar tanto a Kokoro
– se carcajeo.
Me
gire para encontrarme con la mano extendida de Emmett, el chofer que me había
ayudado cuando comencé con este trabajo.
-
Ni
te lo imaginas – le dije estrechando su mano y uniéndome a las risas del grupo.
El
apenas había hecho una suplencia de una semana a su chofer anterior y no quedo
con ganas de repetir la experiencia.
El
primer tiempo del juego fue emocionantísimo, las apuestas iban y venían al
igual que las cervezas.
Un
par de chicas no dejaban de darnos miraditas coquetas y Emmett ni corto ni
perezoso les envió unos tragos. Cinco minutos después estaban en la mesa con
nosotros.
La
pelirroja que me toco a mí, Tanya creí entender que dijo cuando se presento, no
estaba nada mal y cada vez que bailábamos me dejaba muy claro que con ella lo
que quisiera, quizás a fin de cuentas me había equivocado y si terminaría
teniendo sexo esta noche.
Ya
estaba bien alegre cuando repico mi celular, abrí los ojos como platos al ver
quien llamaba.
-
¡¡Koko!!
¿Qué pasa? – tenía que ser algo grave para que me llamase a esa hora, más aún
si se suponía que pasaría la noche con James.
-
¿Quién
es? – pregunto Tanya y me aparte de ella de inmediato sin responderle.
La
línea se quedo en silencio unos segundos más hasta que le escuche pedir entre
sollozos.
-
¿Puedes
venir por mí? –
-
Por
supuesto pero ¿Qué ha pasado? – pregunté ya encaminado a la salida, hice un par
de señas a Emmett, ya le pagaría lo de la cuenta después.
-
Por
favor, ven – suplicó y me partió el alma.
-
Claro,
claro ¿Dónde estás? – me explico la dirección ¿se había ido de casa de James
sola y caminando a esta hora?
Dios
esta mujer va a matarme, pensé mientras buscaba un taxi que tarde un rato en
conseguir, como siempre que estas desesperado por algo.
Al
llegar a la plaza donde había dicho que estaba la encontré sentada en un banco hecha
un desastre, había llorado y tenía todo el maquillaje corrido.
Al
acercarme lo suficiente le vi sucio el vestido y un raspón en la rodilla.
-
¿Te
ha lastimado? – le pregunté más que furioso tomándola por los hombros con
brusquedad.
-
Oh…
no me caí – miraba al piso entre apenada y deprimida.
-
¿Quieres
contarme? – logre calmarme, me senté junto a ella y busque su mirada.
-
Llego
con otra mientras yo como una estúpida le preparaba la cena ¿puedes creer lo
tonta que soy? – pase mi brazo por sus hombros y la hale hacia mí.
-
No
eres tonta Koko creo que solo te enamoraste de la persona equivocada – le
aseguré.
-
Eso
me hace tonta – me respondió recostando su cabeza en mi hombro y ambos reímos.
Nos
quedamos allí, en silencio, yo disfrutando tenerla tan cerca de mí, ella
perdida entre sollozos y pensamientos.
De
pronto la voz de ese idiota diciendo su nombre hizo que mi cuerpo comenzara a
temblar de arriba debajo de pura furia.
-
Koko,
Kokoro ¿Dónde te has metido? – gritaba, parecía preocupado debo admitir – amor
por Dios es muy peligroso que estés sola por aquí – aun no nos había visto.
La
sentí tensarse en cuanto nos pusimos de pie.
-
¿Qué
quieres James? – le espeto sorprendiéndolo - ¿Es que acaso no me has humillado
lo suficiente ya? – gritaba furiosa sin alejarse de mi lado.
-
¿Y
este que hace aquí? – pregunto desafiante mirándome.
Vamos
patiquincito dame otra razón para romperte la madre aquí mismo, pensé mientras
avanzaba hacia él.
-
No
Jacob por favor – pidió Kokoro tomándome por el brazo – llévame a casa ¿sí? –
asentí alejándome de James sin perderlo de vista.
-
Koko
espera, escúchame amor por favor – le suplicaba – no es lo que tú crees – ella
ni siquiera volteo a mirarlo y se apretó a mi brazo como si buscase fuerzas
para no hacerlo – ¡Kokoro! – le oímos gritar por última vez.
Durante
toda la semana que siguió a ese día las floristerías de la zona hicieron su
agosto. A diario los repartidores desfilaban por la casa con ramos de todos
tamaños, peluches con enormes postales de “Lo siento” con caritas tristes y
cajas de chocolates en forma de corazón, de lo mas cursi todo.
Ni
ella ni yo tocamos el tema después de esa noche, seguíamos encontrándonos en la
cocina ahora todas las noches y cada vez parecíamos tener menos ganas de irnos
cuando llegaba la hora.
Ni
me imaginaba que aquella noche sería distinta cuando Alfred llego para avisarme
que debía llevar a la Srta en el volvo más tarde a un compromiso.
Me
encontraba esperándola en el estacionamiento.
-
¿A
dónde Srta? – pregunte abriéndole la puerta con tremenda sonrisa.
-
A
casa de James – susurro apenas audible, seguramente no quería que la escuchase.
Como
acto reflejo tire la puerta sin dejarla subir al auto.
-
¿A
dónde has dicho? – me miró sorprendida y fue muy claro para mí cuando su
expresión comenzó a tornarse molesta.
-
A
casa de mi novio ¿te has quedado sordo? – me grito avanzando hacia la puerta –
abre la puerta Black –
-
¡No!
– le grité - ¿Cómo es posible que vayas a verle? – estaba totalmente fuera de
control.
-
Eso
no es tu problema – trataba de sonar segura pero más bien parecía asustada.
-
¡Ah
no! ¿Sera mi problema solo cuando me llames a medianoche hecha un mar de
lagrimas para que vaya por ti? – ahora si estaba fuera de mis cabales, caminaba
de un lado al otro como animal enjaulado.
-
Ah
si esa es toda tu preocupación pues ya olvídalo, no volveré a molestarte, no tendrás
que volver a dejar sola a tu cita para venir por mi te lo prometo – ahora yo
estaba asustado, estaba hecha una fiera y me miraba como con ganas de matarme.
-
¿Cita?
– le pregunte sin entender nada - ¿de qué cita hablas mujer? –
-
¿Es
que piensas que no escuche a la chica con la que estabas en el bar esa noche? –
pensé que me atacaría.
Chica,
chica oh Tanya… mmm esta celosa, una inmensa sonrisa cruzó mi rostro.
-
¡¿Estás
celosa?! – esa fue más una afirmación que una pregunta – vaya pero que tonta –
-
Como
te atreves a pensar siquiera una estupidez como esa – ok va a explotar, pensé –
y ya basta, me iré sola muévete – se acerco al volvo haciéndome a un lado.
-
Pero
como puedes ser tan estúpida y volver con él -
ups me arrepentí de inmediato.
Se
giro hacia mí con los ojos lanzando llamas en mi contra. Apenas me di cuenta
cuando alzo la mano para abofetearme y se la ataje en el aire.
-
No
Kokoro – le advertí.
No
me hizo caso y de inmediato levanto la otra mano con la misma intención.
La
ataje también pero esta vez sentí algo distinto, la violencia con que se movía,
el golpear de su mano contra la mía, su respiración agitada y su mirada
increíblemente furiosa me hicieron perder el control.
La
hale hacia mi bruscamente sintiéndola chocar contra mi pecho y estampe mis
labios contra los suyos comiéndome su boca por completo.
Al
principio trato de zafarse de mi abrazo pero pronto se dejo llevar por el calor
de nuestros cuerpos al fundirse en un delicioso beso.
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Jajajajaja amo este fic, me inspira muchísimo.
Mi Koko, con muchísimo amor para ti, disfrutalo.
Dejen sus comentarios.
L@s Quiero muchísimo,
2 comentarios:
TE AMO GABY!!!!
La verdad es que estas historia me tiene atrapada!!!!!!
Es realmente buena!!! estoy como babosa sonriendo y emocionada hasta la medula!!!
De verdad Gaby es una de las mejores historias que le leido nunca!!!
La adore de verdad!!! te lo juro!!!
Millones de gracias!!!
woooooowwwww
Hermaniii
jajajaja
me encanta
wiiiiii
y salio Emmett que bien!!!
si esos son los choferes
YO QUIERO UNO!!!jajajaja
:P
besos
.....* Gaby Cullen Black *.....
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